Pautas de comunicación

Existen unas directrices básicas que siempre debemos tener presentes, a la hora de comunicarnos, con personas que padecen algún tipo de demencia, debemos escoger palabras sencillas, un tono de voz calmado, mirarles a los ojos y llamarles por su nombre, esto nos facilitarán siempre la comunicación.

Evitar hablarles como si fueran niños pequeños o no estuvieran presentes.

Intentar implicarles en alguna actividad de la casa o de la familia puede ser positivo, siempre que no se les exija demasiado.

Consejos básicos

A continuación, vamos a enumerar una serie de consejos para intentar afrontar el cuidado de una persona con demencia con la mayor tranquilidad posible.

En cuanto a la comunicación, intentar comunicarse con una persona con demencia puede ser complicado. Entender y ser entendido puede ser difícil, por eso puede ser útil tener en cuenta estos consejos:

• Se trata de escoger palabras sencillas, habituales, con frases cortas; usar un tono de voz amable y tranquilo, sin levantar la voz (no son sordos, sólo se han olvidado del significado de las frases).

• Reducir las distracciones y el ruido, como la televisión o la radio, para ayudar a la persona a concentrarse en lo que le estamos diciendo.

• Mirar a la persona a los ojos y llamarla por su nombre, asegurando que tiene nuestra atención antes de hablarle.

• Recordar a la persona quiénes somos, si parece que no nos reconoce; no se debe insistir en que haga el esfuerzo de recordar, ya que puede producirle ansiedad.

• No discutir si la persona está confundida; distraerla con un tema diferente.

• No ofendernos si la persona no nos reconoce, se porta bruscamente o nos responde con enfado. La persona está reaccionando así porque está confundida y no recuerda.

• Darle el tiempo suficiente para responder, con paciencia. Es importante no interrumpir, sin dar la oportunidad para hilar los pensamientos.

• Tratar de presentar las preguntas e instrucciones de una manera positiva. Es mejor decir “quédate en la silla” que “no te muevas de la silla”.

• Es útil observar los gestos corporales y la mímica facial para valorar la inquietud, ansiedad o miedo.

Actividades de ocio

En cuanto a los momentos de ocio y su ocupación del tiempo, debemos encontrar actividades que las personas con demencia puedan hacer y les resulten interesantes o atractivas:

• Usar las habilidades que la persona posee actualmente generalmente funciona mejor que tratar de enseñarle algo nuevo.

• No esperar demasiado de la persona. Las actividades sencillas y cortas a menudo son las mejores, sobre todo cuando se usan las habilidades que la persona posee actualmente.

• Ayudar a la persona a empezar una sola actividad. Dividir ésta en pequeños pasos, y abordarlos cada uno como actividades aisladas será más sencillo.

• Estar pendiente de señales de agitación o frustración en el curso de la actividad y ayudarle amablemente o distraerle orientando la atención hacia algo diferente. Es mejor no insistir en la actividad en esos momentos.

• Incorporar en su rutina diaria las actividades que la persona parece disfrutar e intentar hacer las actividades a una hora similar cada día. Recordar que la rutina da seguridad.

• Tratar de incluir a la persona con demencia en las actividades habituales de la casa. Por ejemplo, animarla a poner la mesa, apartar las sillas, o bien doblar piezas pequeñas de ropa. Esto puede ayudar a mantener las habilidades funcionales, realzar el sentido de control personal y aprovechar eficazmente el tiempo disponible; además es importante que se sientan útiles, en especial en las fases tempranas de la enfermedad.

• En las fases más avanzadas de la enfermedad puede ser interesante contar con la ayuda y el soporte de los centros de día, los cuales proporcionan varias actividades para la persona con demencia, mientras que al mismo tiempo ofrecen a los cuidadores la oportunidad de obtener un descanso.

No hay que dudar a la hora de solicitar ayuda profesional, sobre las pautas de actuación y tratamientos psicosociales en las personas con demencia. O bien para una adecuada evaluación cognitiva y funcional, ante la sospecha de una posible demencia incipiente.

J. Miguel San Martín. Psicólogo sanitario