Alcohol: efectos en el organismo
El alcohol es una sustancia adictiva y su consumo prolongado puede causar problemas en nuestra salud física y psicológica.
Es cierto que el consumo moderado de alcohol puede no traer estos perjuicios, pero es una sustancia que hace trabajar en exceso nuestro hígado para poder metabolizarla.
Nuestro organismo se ve seriamente dañado, en muchos aspectos, por el consumo prolongado de alcohol. El hígado, el corazón, el cerebro se ven seriamente perjudicados.
El cerebro se ve afectado con pérdidas de memoria y confusión. Los nervios periféricos del sistema nervioso también se ven afectados causando cambios en la sensibilidad y percepción.
La función del hígado es la de eliminar el alcohol del organismo, pero en exceso, hace que el hígado no sea capaz de asimilar esas cantidades, llegando a causar uno de los problemas típicos del consumo de alcohol que puede llevar al fallecimiento: la cirrosis.
Aun siendo totalmente legales, el alcohol es tan perjudicial o más que otras drogas como la marihuana o la cocaína.
Los efectos destructivos del alcohol a nivel social son muchos, ya que destroza familias, matrimonios, amistades, se puede llegar a perder el trabajo, el dinero y todo lo que se tiene.
Otro aspecto importante es la influencia del consumo de alcohol, en adultos, sobre los menores, que aprenden de forma vicaria, ese habito como algo normal y herramienta clave para las relaciones sociales, de tal manera que, llegada la adolescencia, no se concibe la diversión sin el consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas.
Efectos del alcohol en los menores
Pero ¿cuáles son los efectos del alcohol en los menores?
Consumir alcohol en la infancia y en la adolescencia es nocivo, independientemente de la cantidad o la frecuencia con que se haga.
Iniciar el consumo de alcohol antes de los 18 años aumenta la probabilidad de continuarlo en la edad adulta, así como la de recurrir a otras drogas como la marihuana o la cocaína.
El consumo de alcohol en menores de 18 años puede influir de manera negativa en el desarrollo del cerebro. El cerebro termina su maduración a los 21 años, por lo tanto, no puede asimilar el alcohol de la misma manera que un adulto.
Cuando un adolescente toma y además abusa del alcohol, es vulnerable, además, a otros riesgos que afectan su salud y bienestar, como, por ejemplo:
• Alteraciones en el desarrollo y crecimiento de los huesos
• Mayor predisposición a enfermedades respiratorias
• Mayor susceptibilidad a contraer infecciones
• Trastornos del sistema endocrino: disminución de la producción de la hormona del crecimiento (GH) encargada no sólo del crecimiento y el desarrollo sino también de los procesos de diferenciación sexual y maduración en la pubertad
• Retardo en la maduración de los caracteres sexuales secundarios
• Trastornos cardiovasculares
• Trastornos gástricos: irritaciones en la pared intestinal que aumentan la probabilidad de desarrollar gastritis, vómito y alteraciones del tránsito intestinal
• Cáncer
También se encuentran otros tipos de riesgos o daños asociados al consumo de alcohol durante la infancia y la adolescencia:
• Mayor probabilidad de desarrollar problemas del estado del ánimo, como depresión o ansiedad
• Aumento en la probabilidad de realizar conductas sexuales de riesgo que pueden llevarlos a contraer enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados
• Mayor probabilidad de ser víctima de delitos como violación, robo y agresión
• Dificultades académicas (ausentismo, dificultades en el aprendizaje, etc.)
Evaluación del consumo de alcohol
En el siguiente link, se accede al Cuestionario de Identificación de Trastornos por consumo de alcohol.
Puntuaciones entre 8 y 15 sugieren orientación profesional para reducir el consumo de alcohol.
Puntuaciones entre 16 y 19, requieren terapia y un abordaje continuado.
Puntuaciones mayores de 20 puntos, requieren una evaluación diagnostica más amplia por un problema de dependencia al alcohol.
J. Miguel San Martín. Psicólogo sanitario.