Afrontar la esquizofrenia: Pautas para las familias

Es frecuente la división entre “neurosis” y “psicosis”. Neurosis es el nombre que se le da a los más comunes y normalmente menos graves, trastornos emocionales, que no obstante pueden ser muy limitantes y perturbadores para la persona que los padece. Psicosis, hace referencia a aquellas enfermedades donde los pacientes experimentan, a veces, graves trastornos, en que parecen perder el contacto con la realidad completamente. Las personas que tienen distorsiones psicóticas suelen no ser conscientes de que algo va mal, y por tanto no es probable que busquen ayuda en los profesionales apropiados. Ejemplos de psicosis son la esquizofrenia y la psicosis maniaco-depresiva (trastorno bipolar).

Muchas enfermedades mentales no pueden ser clasificadas de forma exacta, y por lo tanto psiquiatras y psicólogos dan gran importancia a la identificación de los síntomas de cada problema individual. Tales síntomas pueden incluir ansiedad, depresión, fobias, conductas obsesivas, perturbaciones del pensamiento, delirios, alucinaciones y manías entre otros.
Algunos de estos síntomas pueden estar causados por factores orgánicos o descompensaciones bioquímicas, aunque también el abuso de alcohol y drogas pueden originar problemas mentales.

Síntomas de la esquizofrenia

Son diversos y no todas las personas afectadas presentan los mismos síntomas e incluso estos varían a través del tiempo en una misma persona. Se suele hacer una división entre síntomas positivos y negativos.

Los síntomas positivos serían aquellos síntomas productivos que añaden algo nuevo al psiquismo de la persona, por ejemplo:

• Delirios (ideas que no corresponden a la realidad o al consenso social)
• Alucinaciones (normalmente oír voces que comentan su conducta)
• Comportamiento extravagante
• Trastornos del pensamiento

Los síntomas negativos son aquellos que se producen por defecto, por ejemplo:
• Embotamiento afectivo
• Pobreza de lenguaje
• Apatía-abulia
• Anhedonia (ausencia de placer)
• Problemas de atención

¿Qué es más útil para las familias?

Quizás más útil para la comprensión de la familia sea diferencia entre síntomas agudos y residuales. Los agudos se presentarían en la crisis, donde hay trastornos graves del comportamiento y con frecuencia delirios y alucinaciones. Los residuales se refieren a síntomas que permanecen en el tiempo y constituyen una disminución de las habilidades y capacidades de la persona dando como resultado una vida más restringida.

Factores de protección y riesgo

Un cúmulo de factores que afectan al curso de la enfermedad provienen del ambiente. Ambiente familiar, de amistades, de trabajo, de ocio. Cuando una persona sufre una crisis esquizofrénica por primera vez y es ingresada en una unidad mental, lógicamente la familia se alarma, y cuando la persona afectada logra su compensación, todos quieren volver a la plena normalidad. Los padres pretenden que su hijo se reintegre a la vida de estudio o trabajo, de relaciones con los demás, de proyectos, como si nada hubiese ocurrido. Aunque son deseos normales, pues quieren borrar la “pesadilla” sufrida, es aquí donde pueden comenzar los errores.

Una persona vulnerable a experimentar crisis esquizofrénicas es muy dependiente del grado de estimulación que resiste. Un exceso de estimulación puede traducirse en un considerable estrés para ésta, y dar lugar a la aparición de síntomas positivos. También una pobre estimulación, un ambiente de escasa exigencia, puede dar lugar al incremento de síntomas negativos. La búsqueda de la estimulación óptima, las exigencias ambientales que permitan mantenerse a la persona afectada compensada pero también orientada hacia actividades normales, es algo muy personal. Cada familia debe aprender de su propia experiencia.

Pero hay claves que pueden ayudar a todos. Una de ellas es utilizar la analogía de la escalera, ver a la persona afectada como si estuviese subiendo una escalera. En la cima de la escalera está la vida normalizada, y en el primer escalón la vida más protegida, cada peldaño de la escalera son metas hacia la autonomía y el sistema de protección que debemos proporcionar. En plena crisis la persona afectada se sitúa en lo más bajo de la escalera, necesita cuidados médicos protección y apoyo.

Cuando alcanza la compensación comienza a subir poco a poco la escalera. Para ello la familia debe ir exigiendo, progresivamente, que vaya recuperando su normalidad. Primero su autocuidado y aseo personal, luego las tareas de colaboración en casa, más tarde las actividades ocupacionales y si es posible el estudio, el trabajo y las amistades. Pero siempre debemos considerar que el paso de un peldaño a otro depende del grado de vulnerabilidad que presenta, si vemos que el estar con muchas personas en casa, las visitas, le pone inquieto, confuso, estamos entonces frente a un exceso de estimulación.

Solicitar ayuda es clave para una buena convivencia familiar

No hay peor ambiente para una persona afectada de esquizofrenia que un ambiente muy emotivo. Si la madre sufre mucho y esta muy nerviosa o el padre se muestra muy afectado o los hermanos no comprenden la enfermedad y se vuelven intolerantes, este ambiente será un caldo de cultivo para sucesivas crisis.

Es necesario que la familia se tranquilice, si no lo puede hacer por sí misma debe recurrir a ayuda externa. El contar con un apoyo profesional para canalizar tensiones, miedos y angustias a raíz de la enfermedad de su familiar, puede ser una excelente ayuda para tener recursos personales y poder crear en casa un ambiente adecuado.

Es necesario que la persona afectada de esquizofrenia viva en un ambiente estable emocionalmente. Donde existan una pocas normas claras y explícitas, de colaboración en las tareas de la casa, de respeto mutuo, de comunicación y de compartir algunos momentos y aficiones.

J. Miguel San Martín. Psicólogo sanitario