¿QUÉ ES EDUCAR?
• Proporcionar lo necesario para su bienestar psicosocial.
• Atender a las necesidades básicas y materiales: alimentación, hogar, ropa, educación, etc.
• Proporcionar seguridad y afecto, amor propio, confianza, paz, consideración hacia los demás y responsabilidad.
• Preparar a las personas para una actuación libre y autónoma pero responsable: favorecer la necesidad individual y autonomía de las personas, pero bajo unas normas que faciliten la interdependencia y la vida en comunidad.
• Potenciar la socialización: inculcar un conjunto de valores y normas culturales que formen la conducta social, preferiblemente a través del modelo de los padres y el estilo de vida familiar.
• La familia puede compartir sus funciones con la escuela, grupo de amigos, medios de comunicación, etc. pero no debe delegar en ellas las funciones.
IMPORTANCIA DE LAS RUTINAS Y LOS HORARIOS
• Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional, que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad.
• Para que un niño se sienta seguro tiene que adquirir hábitos.
• Los niños no conocen el orden de las cosas cuando nacen, por lo que los adultos debemos enseñarles a organizar su vida mediante horarios estables asociados a rutinas, es decir, a través de actividades que se hacen todos los días de la misma manera.
• Se repiten rituales que ayudan a que el niño vaya asimilando un esquema interno que convierte su mundo en un lugar predecible y, por lo tanto, seguro.
• La alimentación, sueño e higiene son los primeros hábitos que tienen que aprender los niños.
• Los hábitos y las rutinas aportan un mecanismo importantísimo de constancia y regularidad y, por eso son fundamentales tanto para la vida familiar como la escolar.
IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN CON NIÑOS Y ADOLESCENTES
• Tener cuidado con lo que se les dice: Debemos ser conscientes de que nuestras palabras tienen mucho poder en las personas, a veces incluso más que la fuerza, por lo que si no las usamos de forma adecuada podemos hacerles mucho daño.
• Evitar prejuzgarles: Muchas veces encasillamos a los demás antes de darles la oportunidad de hablar o de actuar. Solemos juzgar y etiquetar prematuramente. En el caso de los niños esto puede condicionar su comportamiento y producirles unas heridas que pueden quedar abiertas durante muchos años si no cicatrizan a tiempo.
• No limitar su capacidad: Solemos olvidar que una persona desarrolla su autoconcepto en función de las expectativas que depositan sobre ella las personas de referencia de su entorno. Si desde pequeño transmitimos la incapacidad a hacer algo es muy probable que acabe pensando que no lo puede hacer.
• No debemos compararle con otros niños: puede afectar directamente al autoconcepto, la autoestima y su rendimiento.
• Motívale: Debemos animarles y motivarles hacia el aprendizaje. Concienciarle de la importancia que tienen los estudios, y elogiar sus capacidades. Si el niño se siente capaz de hacer algo y además siente interés por conseguirlo, actuará de forma motivada y será más probable que alcance sus metas.
• Ayudarle a desarrollar su imaginación: Este punto requiere un cierto aprendizaje. No podemos pedirles, si nunca lo han hecho y nosotros no les hemos enseñado, que lo hagan de la noche a la mañana. Para ello, desde pequeños, debemos enseñarles a enfrentarse a sus obligaciones como si fuera un juego, algo divertido.
• Incentivarles la curiosidad por las cosas: Si favorecemos el aprendizaje a través de un ambiente estimulante, que nos resulte atractivo, interesante, etc. es más probable que el niño quiera aprender. Para ello debemos implicarnos en la actividad, y transmitirles de una forma activa y con entusiasmo, que son ellos quienes deben resolver la cuestión, los que deben pensar razonadamente. Sólo así, conseguiremos que se involucren en lo que les estamos pidiendo.
• Muéstrales empatía: Hay en ciertas etapas que los niños y adolescentes se muestran disconformes en muchas situaciones. Dedicar un cierto tiempo a comprenderles y entenderles es imprescindible para solucionar posibles conflictos.
• Practique la escucha activa: No debemos olvidar que en estas etapas tienen una necesidad inmensa de ser y sentirse escuchados. Debemos demostrarles que realmente le estamos escuchando y que nos interesa lo que nos tienen que contar. Darles conversación, escucharles, interesarnos por lo que les pasa, por lo que les gusta, es algo fundamental.
CONSEJOS BASICOS PARA LA EDUCACIÓN EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
• Dedica tiempo a tus hijos, haz un plan de juegos, salidas, comidas, etc. y separa tiempo en tu agenda para dedicarte única y exclusivamente a tus hijos; ellos nunca olvidarán esos momentos.
• No escondas tu cariño, sentir afecto, aceptación y seguridad de parte de un padre ayuda a que los niños desarrollen una buena autoestima.
• Crea un ambiente de amor y respeto, además del cariño hacia tus hijos y el tiempo que les dedicas, es importante que ellos vean amor y respeto en sus padres. Esto dará a los niños la seguridad y estabilidad que necesitan para desarrollarse.
• Aprovecha cada oportunidad, convierte los tiempos de comida, quehaceres de la casa, deberes del colegio, viajes en el coche y cualquier situación en una oportunidad más de compartir y enseñar a tus hijos valores como: el amor al trabajo, ser agradecidos, la honestidad, servicio, trabajo en equipo, reciclar, etc. ¡Hazlo divertido!
• Comunícate en forma positiva, anima a tus hijos a siempre dar lo mejor de sí mismos y resalta sus destrezas y virtudes. Ellos necesitan tu aprecio y aliento. Escucha a tus hijos; conoce sus historias, sus intereses y sus temores; déjales saber que pueden confiar en ti.
• Lee con tus hijos, enséñales el amor a la lectura desde muy pequeños. Leer es una de las mejores maneras de garantizar que ellos tengan una vida de éxito. Ayúdales con los deberes; comparte con ellos la alegría de saber y aprender constantemente.
• Enséñales con amor y paciencia, pon reglas claras, justas y razonables. Recuerda que el objetivo es que los niños desarrollen un buen comportamiento y carácter. No dejes que tu ira te domine; si es necesario toma tiempo para pensar y discutir con tu pareja la mejor manera de corrección que ayude a los niños a entender la lección y mejorar.
• Enséñales con tu ejemplo. Tus acciones hablan más fuerte que tus palabras. Tus hijos imitarán tu comportamiento lo quieras o no. Sé consistente en lo que dices y haces. Muéstrate ante ellos honestamente como un ser humano con virtudes y defectos y verás que ellos también aprenderán a confiar en ti y ser honestos siempre.
• No los sobreprotejas. Déjalos vivir. Es importante que tus hijos sepan que tu amor hacia ellos es incondicional y que pueden contar contigo en cualquier circunstancia, pero ellos también necesitan entender que sus acciones tienen consecuencias y que sus decisiones, buenas o malas, marcarán su destino.
• Inmortaliza los momentos y compártelas con ellos, los momentos que estás viviendo hoy con tus hijos son la historia de tu familia y pasan muy rápido. No dejes que se te escapen. Haz fotos, graba videos, escríbeles una carta o tarjeta en esas ocasiones especiales. Compartir estas memorias te ayudará a recordarles de dónde vienen y guiarlos hacia dónde van en la vida.
Avanza Gabinete de Psicología.
J. Miguel San Martín. Psicólogo sanitario