Emociones

La tristeza, al igual que la alegría, forma parte de las emociones presentes en la vida de las personas. Experimentar tristeza es normal y debemos aceptarla como un sentimiento que nos permite elaborar determinadas situaciones vitales y nos facilita las adaptaciones y ajustes psicológicos necesarios para seguir adelante.

Cuando la tristeza persiste o adquiere más fuerza de lo que se considera normal, hay que poner manos a la obra y practicar una serie de hábitos sencillos para mantenerla a raya y evitar problemas mayores, como podría ser la depresión, que ya requeriría intervención profesional.

Psicología positiva

Desde hace algún tiempo, la psicología clínica dirige su atención no solo a las personas aquejadas de algún trastorno psíquico, sino también a conocer las características y los hábitos de vida de las personas mentalmente sanas. Ello sirve de modelo de trabajo destinado a prevenir estados emocionales perturbadores.

Hábitos para una buena salud emocional

Más concretamente, las personas que nunca han padecido depresiones mantienen unos hábitos de vida al alcance de cualquiera, que parecen protegerlos del desánimo. Estos comportamientos nos ponen sobre la pista de cómo evitar ese malestar psicológico. Veamos cuales son:

• Se trata de personas que fomentan y cuidan sus relaciones con los demás y reservan tiempo para reunirse con los que quieren, sean amigos, compañeros de trabajo o su familia.

• Realizan con frecuencia actividades que les satisfacen y que no siempre requieren esfuerzo personal o económico, como por ejemplo escuchar música, leer, tomar un baño caliente; seleccionan los programas de televisión, películas, obras de teatro, lecturas, en función de su contenido, evitando lo morboso, triste o que induzca a la desesperanza.

• Descansan diariamente lo suficiente, no solo durante el sueño, sino que hacen pequeñas pausas ante la fatiga durante la actividad diaria, tomándose un respiro.

• Practican con asiduidad algún tipo de ejercicio físico y tratan de evitar la vida sedentaria, según las posibilidades puede bastar un paseo diario de media hora.

• Comen lo necesario. Es decir «escuchan» a su cuerpo y lo atienden.

• Apuestan por la comunicación positiva, esto es, cuentan a los demás las cosas buenas que suceden a su alrededor o a sí mismos, en lugar de quejarse y hablar solo de lo negativo. No se recrean en dar vueltas a los problemas de forma obsesiva, por el contrario, piensan y se expresan en función de la búsqueda de soluciones.

• Se guardan de aquellas personas que tienen una visión pesimista y negativa de la vida y que solo hablan de problemas. Esto último es más importante de lo que parece ya que la tristeza es muy contagiosa.

Estos comportamientos «protectores» del estado de ánimo funcionan solo si se practican hasta incorporarlos a nuestra rutina diaria.

En cualquier caso, no requieren mucho esfuerzo, más bien proporcionan placer.

Merece la pena (o la alegría) intentarlo.

J. Miguel San Martín Rodríguez. Psicólogo Sanitario